«¡Oye, pero qué linda y maravillosa soy! Esa es la frase que me sale natural cada día al mirarme al espejo. ¿Y saben qué?, de verdad lo siento desde el fondo de mi corazón y me encanta. Sin embargo, hace algunos meses no era así, era todo lo contrario y era muy muy triste. ¿Qué cambió? Cambió la percepción que tengo hoy de mí. Una mirada completa de todo lo que soy, más allá de solo mi aspecto físico. Llevaba más de 20 años castigándome y cargando angustias y miedos que me limitaban en lo cotidiano. ¿Y saben qué es lo más impactante? Siempre fui igual de bellísima y solo necesitaba que alguien me ayudara -de forma consciente y profesional- a eliminar esas barreras y pensamientos que no podían estar más alejados de lo que realmente era y soy. ¿Fue fácil? NADA FÁCIL. Es difícil enfrentar nuestros miedos y limitaciones, pero en Fran encontré mucho más que a una psicóloga y por primera vez me atreví a hablar de cosas que jamás pude conversar con otras personas. Encontré empatía, respeto y muchísima calidez. ¿Y mi cuerpo hoy es diferente? NO. Mi cuerpo es el mismo, pero mi mente es otra. Los ojos con los que me miro son otros. La boca con la que me hablo es otra. El corazón con el que me apaño es otro. Hoy yo elijo cada día ser amable y cariñosa conmigo, y me siento orgullosa de haber decidido hacer esto por mí. Entonces, ¿ahora nunca me siento mal con mi cuerpo? No, no es así. Hay días donde pasan cosas que me angustian y aparece esa voz que me quiere boicotear, pero la diferencia es que hoy yo tengo las herramientas para callar a esa voz y alejarla rápidamente de mí. Es un trabajo diario y requiere esfuerzo y paciencia, pero, ¿si día a día tenemos paciencia con todo el mundo, por qué no tenerla con nosotras? Ojalá estas palabras hoy te sirvan para dar el gran paso por ti. Y, aunque la duda te invada, ¡dale con todo! Ya verás cómo, de verdad, descubres la tremenda mujer que eres. Y Fran, mil gracias por tanto.»